Los australianos suelen afirmar con orgullo que viven en “el país afortunado”. Paraíso del surf, tierra de animales exóticos, Australia está tan lejos de todo que las tribulaciones de Europa y Latinoamérica llegan sólo como un murmullo a través del océano. Hoy, su economía crece ajena a las penurias de la crisis financiera y se ha convertido en un refugio para quienes huyen del desempleo y los recortes.
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En este país de 23 millones de habitantes, el desempleo ronda el 5% de la población, el más bajo de los países industrializados. En 2012, el Producto Interior Bruto australiano aumentó un 3,4% y en 2014 se espera un crecimiento de el 3%, lo que indica que Australia está muy lejos de una recesión.
La prosperidad económica se hace evidente en las calles de todas las ciudades del país, por ejemplo en Sydney, donde un número inusitado de coches de gran lujo deja paso a ejecutivos con espíritu deportista montados en bicicletas relucientes.
Desde la cafetería más popular del distrito financiero, Grant de Marco tiene una ventana privilegiada para contemplar la boyante situación de sus conciudadanos. Apenas un agujero en la pared, el Joe Black X sirve al precio estándar australiano: el café con leche a 4 dólares y las variantes más sofisticadas, como el macchiatto, el cappuccino o el café con leche de soja, a casi el doble. “No tenemos nada que envidiarles a estos”, comenta De Marco con sorna mientras señala el escaparate vecino, de la firma de alta costura Louis Vuitton, y asegura que sirve una media de mil cafés diarios.
El economista y profesor de la Universidad de Sydney, Timothy Fisher, sonríe ante este dato y recuerda que el buen momento se refleja en la subida general de los precios, pero también en el gusto de sus ciudadanos por productos más sofisticados. En los últimos años, los australianos han desarrollado una pasión casi asiática por las nuevas tecnologías. Además, se ha disparado el gusto por la buena cocina y los productos de calidad en un país con una tradición culinaria casi inexistente.
Los viajes a Asia, Europa, Estados Unidos, Latinoamérica (más de 60,000 australianos viajan a México cada año y miles más a Chile, Argentina y otros países de Sudamérica) y a un sinnúmero de destinos exóticos están a la orden del día. “Los australianos ya no recuerdan lo que es pasarlo mal”. Australia lleva 22 años de crecimiento económico continuo.
El informe de riqueza mundial de Credit Suisse de 2013 indica que la riqueza media de los australianos es la más alta del mundo. El ciudadano australiano medio posee una riqueza de $431 mil dólares, frente a $10 mil de un argentino, $5 mil de un boliviano, $46 mil de un chileno, $27 mil de un colombiano, $12 mil de un ecuatoriano, $35 mil de un mexicano, $21 mil de un peruano, $134 mil de un español, $43 mil de un uruguayo y $7 mil de un venezolano. Fisher llegó desde Canadá hace tres décadas y observa con interés la evolución de la economía: asegura que Australia no ha vivido una verdadera crisis desde mediados de los años setenta. “Los australianos ya no recuerdan lo que es pasarlo realmente mal”, opina.
Con menos de trescientos años de historia, Australia es un país del tamaño del continente europeo asentado sobre algunos de los mayores yacimientos de minerales del mundo. Incluso cuando la moderación del crecimiento en China (el principal comprador de mineral australiano) podría poner en peligro el desarrollo de la minería, el sector sigue lleno de oportunidades.
Con niveles de sueldos que multiplican el promedio de sueldos en Iberoamérica, Australia atrae a miles de nuevos inmigrantes cualificados cada año, pero, emigrar y trabajar en Australia no es sencillo: es prácticamente imposible conseguir un empleo cualificado sin un visado de trabajo skilled. Pero mientras otros países del mundo sufren desempleo y poco crecimiento económico, Australia importa más de 130,000 trabajadores cualificados al año y muestra cifras económicas envidiables. La prueba de que “el lucky country, país afortunado” lo es porque supo vencer a la crisis económica mundial.
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